viernes, 22 de junio de 2012

IMPRESCINDIBLES DEL CINE DE VANGUARDIA


RAINER WERNER FASSBINDER
Panorámica de un genio disoluto 




Rainer Werner Fassbinder tenía diecisiete años de edad, cuando en 1962, un grupo de cineastas firma el Manifiesto de Oberhausen, acto de nacimiento del joven cine alemán del que él mismo comentaría: “La técnica, la perfección, se echaban de menos en esas películas”. En 1968, funda junto a los actores Peer Raben, Hanna Schygulla, Rudolf Waldemar Brem y Kart Raab, el Antiteater de Munich, colectivo que serviría de motor para sus primeras creaciones. El nombre de Douglas Sirk -director alemán con carrera cinematográfica florecida en Hollywood-, significó el punto de partida para las más importantes obras de Fassbinder, en las que da rienda suelta al melodrama cultivado por Sirk.
Pero la interpretación personal que el joven director hace del género, lo emprende con una conciencia distinta: “La mayoría de los melodramas están apoyados en una problemática que interesa a la burguesía, lo cual es muy falso y mistificador. Hay que ir a la búsqueda de los melodramas que vive el proletariado, no de aquéllos que a la burguesía le gusta imaginar que vive el proletariado". En 1974 el premio ganado en el Festival de Cannes con Todos nos llamamos Alí (1974), le da a conocer internacionalmente. En ese momento R.W.F. está a punto de cumplir 28 años, pero a esas alturas, ya tiene una larga experiencia como autor, director y actor teatral.

A menudo se habla de Fassbinder como un gran director de escena, ya que cada plano de sus filmes estaba prolijamente diseñado para provocar un fuerte impacto estético en la pantalla, ya fuera por su sobriedad o por sus retorcidos adornos técnicos. En sus primeras películas abundan los planos lentos, muchas veces estáticos, e incluso repetitivos; lo que le permitía mostrar escenas con una fuerte carga emocional, dotándolas de gran duración, o apenas moviendo la cámara minuciosamente, para crear  una especie de distanciamiento. Sólo así daba realce a lo que le sucedía a los personajes dentro de la escena: experimentando en relación con sus propios sentimientos, lo que está allí latente.
Fassbinder también llegaría a encargarse de la fotografía y sobre todo, del montaje de sus cintas, así como de la escogencia de los temas musicales; por otra parte fue el mejor a la hora de develar la verdad de la Alemania posterior a la guerra, así como la violencia presente en la lucha de clases. Esto era posible cuando lograba exponer la crueldad de las relaciones sociales, y en repetidas ocasiones al poner al descubierto una brutalidad quizás superior a la mezcla entre aquéllas y las relaciones de deseo; retratando la indignidad de una nación que funda su opulencia sobre las ruinas humeantes del nazismo, y desenmascarando las trampas de la alienación de una ideología dominante.
Aquí están algunas de las obras más representativas de su prolífica producción: 

El amor es más frío que la muerte (Liebe ist kälter als der Tod 1969)
La ópera prima del director, es una especie de apropiamiento temático de las películas americanas de mafiosos y delincuentes, realizada con una perturbadora estética minimalista, y con precarias condiciones de producción.

Todos nos llamamos Alí (Angst essen Seele auf, 1974)
En esta película que retrata un dilema como la xenofobia, actúan su propio director, y Lilo Pempeit, la madre de éste. Ganadora del Premio FISPRECI al Mejor Director en 1974.

La ley del más fuerte (Faustrecht der Freiheit, 1974)
En esta película, Fassbinder interpreta a un joven homosexual humilde, que un buen día ve cambiar su suerte. Al mismo tiempo pinta un reflejo amplificado de los nuevos mecanismos de la lucha de clases, y también una autobiografía del canibalismo y el sadomasoquismo afectivo. 

El matrimonio de Maria Braun (Die Ehe der Maria Braun, 1979)
Parábola de la Alemania de la posguerra a través de la vida de una mujer y sus sucesivas parejas. François Truffaut la definió como "un original, épico y poético trabajo de gran calidad". Entre muchos premios fue ganadora en 1979, del Oso de Plata concedido en una mención especial para el equipo de la película, y el Oso de Plata a la Mejor Actriz, Hanna Schygulla.

La ansiedad de Veronika Voss (Die Sehnsucht der Veronika Voss, 1982)
Ganadora del Oso de Oro al Mejor Director en el Festival de Berlín, 1982; y del Premio de la Crítica FISPRECI, al Mejor Director, en el Festival de Toronto ése mismo año. 

Querelle (1982) Con una puesta en escena marcada por el expresionismo, Querelle cuyo guión es una adaptación de la novela Querelle de Brest de Jean Genet, es sin lugar a dudas, la película que catapultó a la fama a su director. Este filme sería además el último de Fassbinder y además considerado como película de culto y un ícono para la cultura Gay.




En resumidas cuentas, y sin abordar jamás los temas políticos, sus películas son políticas en la medida en que se dirigen hacia una subversión-inflación que tiende a hacer explotar los códigos nostálgicos del relato hollywoodense. Como Orson Welles, Carmelo Bene, Jerry Lewis, y Alfred Hitchcock, Fassbinder también actúa en varios de sus filmes, en los cuales la presencia de la mujer es fundamental puesto que son heroínas y al mismo tiempo trabajadoras por la reconstrucción de una nación. Mujeres fatales, pequeñas manos industriosas y modernas Marlene, manejables e inaccesibles, soldados y reinas; personajes que completaban su lucha por la imagen y que encarnaban la esperanza sólo reservada para los que saben que todo está perdido.
Rainer Werner Fassbinder, produjo una obra de más de cuarenta películas en diecisiete años de los 37 que estuvo sobre la tierra, los que serían suficientes para considerarlo como el más importante director del nuevo cine alemán. Tras él queda una importante experiencia teatral, la consagración de un magnífico grupo de actores en cuya cabeza se encuentra Hanna Schygulla, y una revolucionaria experiencia televisiva, sobre todo en su versión de Berlin Alexanderplatz (1980), novela de Alfred Döblin. Fassbinder siempre dijo que el contacto directo con prostitutas, chulos y gente de arte en la joven Alemania de los años sesenta influyó notoriamente en su vida y en su obra.
(Fuente: Burdeau, Emmanuelle. Valor de RWF, o lo que queda de él. Cashiers Du Cinema, España, Nº 2. Junio 2007 pág. 88)
Iola Mares